La lactancia materna es uno de los aspectos más importantes de la maternidad y es una forma natural y saludable de alimentar a los recién nacidos. Sin embargo, a pesar de los numerosos beneficios de la lactancia materna, existen muchos mitos y conceptos erróneos que pueden desalentar a las madres a darle a sus bebés la leche materna que necesitan. En esta entrada en el blog, vamos a explorar y desmentir cinco mitos sobre la lactancia materna, para ayudar a las madres a tomar decisiones informadas y a sentirse seguras y confiadas en su capacidad de amamantar a sus bebés.
1. TIENES QUE BEBER MUCHA AGUA O LECHE PARA TENER MÁS PRODUCCIÓN: FALSO.
Se debe beber en función de las ganas que se tengan y nunca forzar la ingesta de líquidos, ya que esto sí que puede ser contraproducente y afectar negativamente en la producción de leche.
2. HAY QUE EVITAR COMER CIERTOS ALIMENTOS DURANTE LA LACTANCIA (como ajos, cebollas, coles…) FALSO.
Es recomendable que la madre lleve una dieta saludable y variada durante la lactancia, ya que los cambios en el sabor de la leche según los alimentos que coma la madre, favorecerán que el bebé acepte los nuevos sabores cuando se introduzca la alimentación complementaria. ¡Ah! Es importante saber también que ningún alimento consumido por la madre provoca gases en el niño.
3. SI TU PECHO ES PEQUEÑO, NO TENDRÁS LECHE: FALSO.
El tamaño de la mama no depende en la capacidad para producir leche.
El pecho se compone de tejido glandular, graso y tejido conectivo de soporte.
El tejido que produce la leche es el tejido glandular; mientras que el tejido graso es el responsable del tamaño del pecho.
4. LOS SUSTOS O DISGUSTOS TE CORTAN LA LECHE: FALSO.
De forma puntual, en situaciones en que exista estrés elevado, se puede dificultar la salida de la leche, pero no se deja de producir. Cuando esto ocurra, se debe poner al bebé al pecho con frecuencia, para vaciar bien el pecho y evitar que la retención de leche termine disminuyendo la producción. Es algo transitorio.
5. LA LACTANCIA DEFORMA EL PECHO: FALSO.
El pecho de la mujer va cambiando en función de la edad, la grasa corporal y factores hormonales y genéticos, aunque no den el pecho. Es durante el embarazo cuando se dan los principales cambios en el pecho de la mujer, independientemente de que la madre amamante o no.
